jueves, 19 de septiembre de 2013

GEOLOGÍA DE BARRANQUILLA Y EL POT (PARTE IV)

GEOLOGÍA DE BARRANQUILLA Y EL POT  (PARTE IV)


EL RIESGO Y SU ADMINISTRACIÓN

La administración del riesgo es un aparte sustancial y vital, como marco de referencia a futuro inmediato en cualquier POT que tenga buenos propósitos y esencia. Por tanto considerar los estimativos previos, la evaluación y definir un plan de acción general referente al concepto holístico y abarcador del concepto  “riesgo”, sin duda propondrá el qué hacer organizadamente, en las actuaciones para solucionar y solventar la crisis que se presentarán. Esta premisa no debe encararse con signos de fatalidad porque simplemente en su mayoría, son sucesos que nunca se podrán ni advertir y menos controlar, especialmente aquellos que se presentan súbitamente. Lo que sí podemos hacer es ejemplificar los planes de actuación que propongan todas las ejecuciones tendientes a solucionar con prontitud y con eficiencia, los arrastres y desazones que llevan consigo hechos de esta naturaleza. El problema radica en que muchas de los actuaciones de las administraciones en estos casos, como se ha visto en Barranquilla, se abrazan en el causal de la  contratación, conocido como  Urgencia Manifiesta para actuar con procederes “non sanctos”, otorgando contratos a dedo y creando mayor caos y desorden irresponsablemente, nunca solventando con integridad  las causas de estas eventualidades. Creo que es más fundamental sopesar los aspectos históricos que involucran al riesgo, sus precedencias y frecuencia de aparecimiento en el mismo contexto, antes de plasmar en un Plan del Riesgo sesudo, inentendible y muchas veces sin vectores de actuación generales ni específicos. 

EL DISCURRIR DEL AGUA.

No creo que nadie discuta el impacto inmediato y nada sutil que el agua plasma en el devenir de  Barranquilla. No tenemos un plan de riesgo sustentado en la propuesta del POT que se propone, como tampoco no existen especificaciones que presenten las actuaciones que encararemos en casos en que el agua salga de control. Si no sabemos cuánto nos cuesta la problemática de los canales abiertos en los que se convierten más de 20 avenidas en Barranquilla, menos nos interesa conocer con precautelación, que haremos en caso tener impactos diversos, como hoy día los tenemos. El balance es tétrico porque no estamos entregando la mejor visión de ciudad habitable, de ente dinámico, de urbe con capacidad resolutoria al no encarar con suficiencia nuestro “deber ser” ante las escorrentías en la ciudad. En el país se preguntan por qué en esta ciudad ocurren tales fenómenos y muchos de sus habitantes sabríamos responderla. Incluso, se preguntan cómo es posible que hayamos convivido con ellos (los arroyos) por tanto tiempo? Y creo que esbozo una respuesta: desidia y falta de firmeza de las diversas administraciones que han transitado por la ciudad para solucionar tal obstáculo. Creo que es hora de que en un Plan del Riesgo en el POT se den a conocer las prerrogativas para encarar este tremendo limitante del desarrollo de la ciudad, cuyo impacto en su prestigio es evidente y que a futuro, causará márgenes de desinversión en proyectos que potencialicen nuestro futuro de ciudad. Un plan del manejo del riesgo debe ser sólidamente precautelativo; es decir, se encarga de ejemplificar la logística de estar debidamente informados respecto a los posibles eventos, sucesos y factores de crisis que puedan causar el discurrir del agua. Es que la misma agua es el factor más incidente, actuante y acelerante en la tierra como generador de cambios geológicos  y por eso nadie pelea con ella. Entonces, por qué habremos de quedarnos quieto? Hay propuestas planteadas por la ONG Cívicos en Acción que se radican en principio de informar para actuar. Dicho de otro modo, si sabemos que las precipitaciones de sobra impactan como lo hacen en la ciudad, por qué no contamos con un sistema de alerta temprana de lluvias? Ya hay sistemas que pueden advertir aguaceros torrenciales con dos horas de antelación, tiempo suficiente para informar a los habitantes y prepararse. Podemos activar la información por las redes sociales. Si a esto le asociamos el inminente conocimiento de detalle de las unidades geológicas, su dispersión en la ciudad, su reacción de acuerdo a las corrientes, entonces tendríamos un activo fundamental para sustenta el Plan del Riesgo en el POT. Basta que en la ciudad ocurra una precipitación mayor a los 3 milímetros por metro cuadrado para que en sus horas laborales, se detenga y se adormezca por completo.

LAS LADERAS DE LA CIUDAD

Los deslizamientos que se presentan en las laderas de Barranquilla, la noroccidental y la suroccidental, no es un fenómeno geológico reciente. Es de muy vieja data como se explicó en entregas anteriores que muestran una historicidad que es recurrente. La urbanización de las laderas suroccidental posee un carácter muy particular porque se fraguó en la ocupación de terrenos que no fueron muy apetecidos por sus antiguos poseedores. La expansión urbana en Barranquilla se da espontáneamente hoy día en muchos sectores y eso es un comportamiento caótico, que por muchas administraciones de la ciudad ha sido consensuado con propósitos evidentemente electorales. Lastimosamente la geología no se basa en esos conceptos y por ende, cuando hace efectivas sus manifestaciones han sido muchas las personas de bajos ingresos que ha padecido la inclemencia y los sinsabores de los deslizamientos. El Plan del Riesgo de la ciudad tendrá que afectar el concepto de la planificación urbana en todos los espacios del suroccidente de la ciudad. Entonces no es sólo en insistir en hacer una validación geológica de los terrenos que componen la ciudad, la cual es una tarea a priori y que el POT no posee, sino hacer un intercambio de información, una conectividad consultiva entre los apartes del Riesgo, la Gestión Urbana y el tratamiento de las escorrentías. No hay discusión sobre las diversas zonas de altísimo riesgo que presentan sectores en varios barrios de la ciudad, como La Manga, Cuchilla de Villate y otros por no citar más. Fácilmente se elucubran soluciones paisajísticas con base en el trazado de parques y zonas de ocio, pero cómo haremos con su sostenibilidad geológica? Cómo haremos para evitar que sean repobladas? Hay muchas preguntas sobre ese respecto y muy pocas las respuestas a las mismas.  Ya han ocurrido dos eventos mayores en la expresión de los deslizamientos de las laderas de Barranquilla, el barrio Las Terrazas y en Campo Alegre. Otra vez insisto en el imaginario colectivo de los habitantes de Barranquilla, la ciudad movediza, la urbe poco garante de orientar donde podemos habitar y administraciones desinteresadas en la búsqueda de soluciones reales, sustentándose más bien en  placebos mitigacionales, como hoy día se hace… Lo peor es que por la adjudicación de licencias de construcción, a compañías donde laboraron familiares muy cercanos miembros visibles de compañías urbanizadoras, podamos incurrir en el tercer evento de inestabilidad, es decir, formalizar conjuntos habitacionales inestables e impactar la Autopista de La Circunvalar por los subsecuentes efectos de estos factores antrópicos en su periferia. No tanto es hacer el ridículo como gestores de ciudad ante el país y el mundo, no… La situación estriba en que a largo plazo, esta ciudad se pueda tornar caduca y ostensiblemente parca como objeto de vida, de gestiones de proyectos a largo plazo y de inversión integral. Por lo tanto el problema de las laderas y su concepción como factor de riesgo no es sólo vital sino impostergable. Es triste ver que en las áreas del suroccidente, en las zonas activas de estos deslizamientos los tugurios no sólo son más incidentes, sino que se configuran en los aposentos temporales de los nuevos inmigrantes de la ciudad. Es evidente que como tal, el conocimiento geológico de la ciudad y su expresión urbanística muestran una disección clasista marcada en el poblamiento urbano de la ciudad. Lo peor es continuar con una tendencia de ese estilo, tan rezagante y degenerativa para los intereses de todos nosotros.
Vista del sector de Campo Alegre y la 38 taponada por flujos

EVACUACIÓN DE LA CIUDAD

Hay hechos y eventos extremos que pueden presentarse sin duda y que deben ser tenidos en la cuenta con todo el interés y la seriedad que merecen. Ni estamos exentos de ninguno de ellos  y con la más sensata objetividad, tampoco tenemos un amparo que sea garante de nuestra estabilidad. Nosotros estamos abocados a situaciones de riesgo extremo como huracanes como factor primario, tormentas con alto potencial pluviométrico, deslizamientos súbitos de tierra en las laderas  y terremotos que generen más inestabilidades. Bajo ese espectro el POT debe consolidar los planes de evacuación de porciones de la ciudad y/o de toda la ciudad de acuerdo a lo que se presente. Es pertinente hacer simulaciones balanceadas, realísticas y netamente confiables como factor de advertencia y preparación. El modelamiento de esta clase de probabilidades y su extensa difusión a los habitantes de la ciudad salvaría sin duda numerosas vidas. No estaría de más que dentro de la gestión del Plan de la Ciudad se considere hacer rutinariamente simulaciones de reacción de la ciudadanía a emergencias extremas de muy probable ocurrencia. Creo que nunca algo de ese estilo se ha hecho en la historia de la ciudad y estamos en mora de realizarlo programadamente. La elaboración de un estudio detallado del riesgo de  ciudad puede brindar mejor ilustración sobre cuáles o cuál, de tantas circunstancias probables, son las requieren  mayor atención en la prospección de un plan de evacuación y salvamento de sus habitantes. Insistimos que la consideración de evaluaciones estadísticas en un contexto histórico puede desestimular estudios de esta catadura amparándose en el facilismo. Sin embargo, saber orientar en el cómo evacuar la ciudad, considerar las rutas a proseguir en ese caso, que sitios ocupar temporalmente luego del episodio y cómo retornar en forma segura, es un aparte importante y referencia sustancial en la estimación del Riesgo dentro del POT.

Casa fracturada por deslizamiento ladera suroccidental


CONVENCIMIENTOS

No creo que exista un pesimista en Barranquilla que piense que esta ciudad no tenga alternativas para ser el espacio de vida que todos necesitamos. Sin embargo el factor Riesgo al sustentarlo, no es muy digerible en cuanto a su concepción, por las aristas nada agradables que muestra. Tenemos que convivir con toda la probabilística que el Riesgo encara como tal, pero también estoy convencido que sabremos salir adelante cuando algo de ese estilo ocurra y toco madera... Pero somos solidarios, somos muy sensibles y ante todo, existe una convicción sólida y boyante por hacer de este terruño un aforo de seres donde impere el querer ser. Este es nuestro gran activo y quizá el de los mayores porque deseamos mejorar los espacios vivenciales y de desenvolvimiento, estamos en pos de darle cabida a todos, hacemos planes para que las opciones de vida y amor sean elocuentes y construibles. Un POT debe hacerse en tres dimensiones, debe contar con los recursos técnicos y de modelación apropiados y finalmente, debe enfocarse en encarar los problemas de la ciudad en términos globales y con altruismo, sin marginaciones ni sesgos para la conveniencia de unos pocos.















Víctor Marenco Boekhoudt
Ingeniero Geominero MSc en Geominería.
victor.marenco@gmail.com Twitter @victor.marenco

miércoles, 11 de septiembre de 2013

GEOLOGÍA DE BARRANQUILLA Y EL POT (PARTE III)

GEOLOGÍA DE BARRANQUILLA Y EL POT (PARTE III)


La ciudad de Barranquilla debe considerar su espacio subterráneo como una reserva de desarrollo que le será útil en un futuro muy cercano. La población activa de la ciudad se cuenta más o menos, en unos dos millones de habitantes, considerando a todas las personas que laboran en la urbe y que luego pernoctan en las ciudades del Área Metropolitana y otras ciudades de su derredor. El desarrollo futuro de una mega urbe, con el discurrir del tiempo mostrará que se hará imperioso que consideremos los espacios que están por debajo de la superficie de la misma y Barranquilla no será la excepción. Los espacios urbanos subterráneos existen armónicamente con la expresión superficial de las ciudades y de acuerdo al grado de planeación y detalle que se le entregue, son una parte básica e importante del componente citadino. Por estos mismos espacios puede trazarse el verdadero sistema masivo de transporte subterráneo, por medio de trenes eléctricos, que han demostrado con suficiencia poder atender las demandas de flujo de alta intensidad. También pueden emplazarse centros comerciales, zonas de parqueos estratégicas y manejos de aguas de escorrentías y alcantarillados, como otros usos también.

BARRANQUILLA SUBTERRÁNEA.

Puede que a los lectores les resulte algo sorpresivo y desconcertante percibir el concepto novedoso que aquí se propone como ente de ciudad en sus profundidades. El crecimiento en superficie de la ciudad, que se remite a sus apartes urbanísticos, transporte individual (Léase vehículos y transporte pesado) y sus centros comerciales, financieros e industriales, generará una serie de desencuentros y contradicciones logísticas que se nos revelarán como taponamientos de tránsito vehicular, escasez de vías por el acaparamiento y partición de espacios por parte de los sistemas masivos de superficie, incremento de flujos de aguas en arroyos y otras corrientes, deterioro en la calidad de vida de sus habitantes y finalmente, desinterés y alejamiento de inversionistas locales y foráneos para una ciudad restringida y estrangulada. Hoy día, ya estamos en presencia de signos y situaciones, que nos están revelando todas estas restricciones y cuellos de botellas lamentables. Por tanto es necesario que miremos hacia los espacios que están por debajo de la superficie a la cual estamos por ahora acostumbrados. Esa Barranquilla subterránea será la expresión de una ciudad dinámica, vibrante y ecológicamente sustentable con la reactivación de muchas zonas verdes en sus campos externos. Vivimos en una ciudad sin parques y sin áreas boscosas. Deberíamos tener unos 14 metros cuadrados de espacio de zonas verdes por habitante y sólo tenemos menos de un metro. Es un índice lamentable y paupérrimo.  Los arroyos de la ciudad están incrementando su caudal y su velocidad, causando un impacto negativo en el desempeño diario de sus habitantes, empresas y transportes. Por lo tanto a futuro próximo deberemos apelar a la utilización de las porciones subterráneas que posee la ciudad para hacerla más amigable, sostenible y competitiva.

LOS ARROYOS DE BARRANQUILLA

Hasta el momento no se sabe con certeza, cuanto le cuesta a la ciudad los paros, pérdida de comunicación y transporte, generación de imprevistos y costos logísticos, laborales, de infraestructuras y otros, por causa de los arroyos que corren por las calles de la ciudad, cuando se convierten en canales abiertos. Hay estimaciones que no son precisas porque no consideran la cantidad de agua sinigual. Toda lluvia o aguacero es diferente a otro y estos impactos son diversos. Hay otros intangibles como las vidas humanas perdidas (ya son más de 280 personas fallecidas por los arroyos), las caídas de comunicaciones varias (telefonía fija, internet, cables de fibra óptica, suministros de energía) como también el costo de reposición de lozas de pavimentación, reacondicionamiento del amoblamiento urbano, limpieza de calles y atención de otros desastres. Hay cifras arbitrarias que rondan los 9 millones de dólares por un evento de lluvia media en un día, pero todo eso es menester reevaluarlo detalladamente porque puede ser mucho mayor. Lo cierto es que ya se ha plasmado en nuestro imaginario colectivo de ciudad, que los aguaceros en Barranquilla no son gratos ni bienvenidos. El costo sicológico también tiene un reflejo e impacto, importante por considerar. Pero lo peor de todo es que nos hemos tornado en noticia mundial cada vez que en las pantallas aparece el drama de las personas fallecidas, los vehículos arrastrados y los barrios inundados. Una condición de ese estilo aleja flujos de inversión en la ciudad y subsecuentemente, la oportunidad de surgimiento como alternativa portuaria, comercial e industrial puede trasladarse a otras regiones. Hemos entregado unos gráficos donde se muestra un posible modelo geológico de la ciudad que amerita precisarse, como también la forma como se reactivaría el alcantarillado pluvial de la ciudad alternándolo con un sistema subterráneo de transporte. Muchas ciudades en el mundo han usado esta alternativa, obviamente adecuando las mismas a las peculiaridades de ciudad, que posee Barranquilla. Aquí es donde radica definir la ambientación variable y diversa, de la ciudad al detalle. Se necesita por tanto saber qué, cómo y por dónde pueden ejecutarse las diversas opciones de solución considerando el inventario geográfico y geológico que hay debajo de la ciudad y por encima de ella. Es indispensable cotejar todas estas consideraciones y determinar un plan de acción consensuado y adaptado al Plan de Ordenamiento Territorial de la ciudad POT y a su vez, con el que pueda generar el Área Metropolitana. El impacto del trazado de túneles en la ciudad es mínimo y más amortiguable en comparación con los canales abiertos.

BIENES RAÍCES SUBTERRÁNEOS

Es posible que por las mismas magistrales por donde hoy día corre el Transmetro, puedan trazarse a futuro inmediato las líneas del transporte subterráneo en Barranquilla. Pero lo cierto es que ya es claro que la movilidad de la ciudad se mejoraría notablemente con la puesta en marcha de un sistema de esta clase. El acrecentamiento de la movilidad no tendría cuestionamiento y paralelamente o en sus inmediaciones, se podrían construir almacenes de grandes superficies, centros comerciales, zonas de recreación, parqueos y tanques de almacenamiento de agua, que contemplen el uso del agua de los arroyos y se usufructúen de la vecindad con el sistema de transporte masivo. La ciudad de Viena (Austria) premia con excepción de impuestos a aquellas obras que posibilitan la construcción de áreas verdes en sus afueras si mejoran el entorno urbano. Moscú (Rusia) transporta por el sistema subterráneo por día, la misma cantidad de personas que tiene la ciudad como habitantes: 10 millones. Las personas que viven en las afueras, parquean sus vehículos en la primera estación del metro más cercana, dotada con un parqueo de alta gama subterráneo, económico y conectado con los trenes si salir a superficie. Esta variante puede causar un cambio de desempeño y cultural en los ámbitos externos e internos de la ciudad, pero sin dudas descongestionaría la problemática del tránsito y desestimularía el uso de las opciones de transporte individuales. El subterráneo de París (Francia) posee estaciones cada 250 metros en promedio, donde parece más un bus que un tren por sus paradas frecuentes, mientras el de Moscú lo hace cada 700 metros y sus estaciones son alimentadas por trenes de cercanías, rutas de buses o por trencitos eléctricos (tranvías). Si los centros comerciales y los grandes almacenes de superficie se interesan por la llegada de visitantes con mayor frecuencia, sin duda que estarán deseosos que una estación de transporte subterráneo esté en sus cercanías. En Berlín (Alemania) entregan parqueo gratis si en uno de esos almacenes Usted realiza un determinado monto de compra por día o mensual, por ejemplo. Hay entonces alternativas reales de hacer un crecimiento positivo hacía las entrañas de nuestra querida ciudad y convertirla en más amigable, más deseable y querida. Los bienes raíces de estas características, tendría una valorización apreciable y la ciudad podría acoger amablemente más habitantes deseosos de vivir en ella.

CONOCIMIENTO GEOCITADINO

La información y los sueños son los aderezos para crecer de mejor forma. No podemos renunciar a ninguna de esas alternativas sin antes evaluar y estudiar todas las opciones y cotejos. Los canales abiertos en Barranquilla para solucionar el problema de los arroyos pueden causar la fractura urbanística de la ciudad y convertirse en un problema mucho peor que la enfermedad. Ni hablar de los aspectos constructivos de los canales a sabiendas del ejemplo que hemos tenido con la repavimentación de calles de la ciudad actualmente: demoras, atascamientos, derivación por vías alternas ect… y por un largo período. Por eso insistimos en el conocimiento geológico de detalle de la ciudad y esta se torna impostergable… No puede ser momentánea o sub-contratada temporalmente porque se necesita replanificarla constantemente a medida que el crecimiento lo dicta. Este activo, debemos consolidarlo sin demora y con premura con el fin de hacer una ciudad para la gran mayoría, donde quepamos todos, donde sea plausible y enriquecedor, la expresión de un modo de vida digno y sano.










Víctor Marenco Boekhoudt
Ingeniero Geominero MSc en Geominería.
victor.marenco@gmail.com Twitter @victor.marenco

Figura 1. Modelo Geológico de capas del entorno urbano de Barranquilla


















Figura 2. Modelo del Sistema de Transporte Subterráneo y Alcantarillado pluvial de Barranquilla

lunes, 2 de septiembre de 2013

GEOLOGÍA DE BARRANQUILLA Y EL POT (PARTE II)

GEOLOGÍA DE BARRANQUILLA Y EL POT (PARTE II)

Cada vez que damos un paso, inconscientemente sabemos que estamos en tierra, pero no conocemos  que hay debajo de ella. Los POT de Barranquilla siempre han sido superficialistas; es decir, conciben el desarrollo de la ciudad en el espacio externo y no contemplan lo que se puede realizar dentro de sus entrañas próximas. La ciudad debe entonces mirar también hacia abajo, lo cual en muchos aspectos es más que conveniente. El ser humano, primate como tal, gusta de los espacios verdes y de la frondosidad de los árboles que nos protegen en gran parte del sol inclemente, pero cuando ha querido guarecerse de la inclemencia del clima y de expresiones geoambientales, como huracanes, terremotos, inundaciones y otras más, siempre buscó las cavernas. Es simple: La idea de la vivienda como tal, deviene de una concepción prehistórica de las mismas, donde nuestros antepasados fraguaron los primeros núcleos de familias. Por tanto es menester que sepamos de que estamos constituidos en nuestras profundidades cercanas con el fin de poder planificar otras extensiones de vida, que en otras ciudades, han demostrado ser esenciales y necesarias.


VALIDEZ DE LA INFORMACIÓN GEOLÓGICA. Cualquier ciencia para que encuentre certeza en sus propuestas tiene que ser predictiva, es decir, está en capacidad de advertir y llamar la atención a todos sus habitantes, con el fin de estar prestos ante cualquier situación de extremo riesgo o peligro. En este aspecto, la geología con sus apartes cumple la tarea con suficiente validez y prestancia. Pero también, con sus enfoques, teniendo con claridad cuál es nuestro inventario geológico en toda nuestra ciudad y el departamento, podemos hacer uso expedito de nuestras conveniencias para armonizar nuestro desarrollo con el querer ser. El problema estriba en que el discurrir económico no siempre va de la mano con lo que tenemos y muchas veces, es más urgente refrendar y sustentar los ciclos económicos lo más pronto posible antes que darle un cumplimiento, ético, moral y cabal a un desarrollo de ciudad para todos. Ya es de sobra conocido por nosotros que los eventos que se traducen en tragedias y riesgos, pueden ser predecibles con suficiencias si de antemano se encara responsablemente una auscultación y evaluación de las condiciones geocitadinas inherentes, imperantes y sobre todo, aquellas que después de la estimación válida muestren sus mayores incidencias. Si ya de antemano tenemos una idea de la génesis que dieron como resultado la creación del espectro geológico donde se emplaza la ciudad de Barranquilla y sus alrededores, será conmensurable entonces saber qué grado de detalle queremos darle a esa información, con el fin de utilizarla para poder evaluar la gestión del riesgo y la solución (no la mitigación) de los mismos, en caso de presentarse. Aborrezco el término “mitigación” muy abordado en cuantiosísimos planes de trabajo por el rasero cobarde y parcialista que consigo encara. En todas las ciudades que desean proyección, existe un departamento de geología que refina la susodicha información y la adapta a las ingentes necesidades que posee y presenta una gran metrópoli. Los indios Caribes hicieron de la desembocadura del río Magdalena su puerto de avanzada para sus invasiones a las otras áreas e islas del mismo mar. Hay vestigios de conchales, cerámicas y asentamientos transitorios que demuestran tal hecho. Las desembocaduras de ríos son sitios de pesca productivos y por tanto, si ya habían vestigios de poblamiento humano de este estilo, quiere decir que es pertinente que refrendemos con más precisión, todo lo que acompete al temario de las unidades geológicas en Barranquilla y sus inmediaciones. Cuando llegaron los españoles el entonces sector de Las Barrancas de San Nicolás no era importante porque la diversidad económica se movía por Cartagena, Bocas de Ceniza era un laberinto infranqueable de atolladeros de galeones y sus corrientes eran muy enigmáticas. Ellos (Los Españoles) nunca pudieron resolver el acertijo como mediocres al fin. El tema tomó vigencia cuando el Canal del Dique se hizo insuficiente para los buques de mayor calado. Por el bosque tropical que se asentaba en la loza calichosa de lo que en el futuro sería Barranquilla habían árboles inmensos de Ceibas, Caobas, Cativos y otras especies, corrían casi los mismos arroyos que hoy abarrotan a la ciudad descubriendo las entrañas de areniscas calcáreas y margas arrecifales de variados tenores, habían jaguares, chigüiros y boas de diversos tamaños. En fin… Una selva fresca y frondosa. Y así, subsecuentemente, nos convertimos en lo que somos, en lo que sabemos. Para hacer más extensivo y preciso el conocimiento de la geología en Barranquilla y sus inmediaciones, hay que trazar una política con ese fin, la cual, como es sabido por todos no existe. Los arroyos de Barranquilla no es un fenómeno hidráulico, es geológico y profundamente revelador, como más adelante se mostrará. La inundación recurrente del barrio Las Flores, es tema geológico como tal… Quién puede denegar el discurrir del río Magdalena como ente geodinámico y decisorio en los devenires de la ciudad? Y ahora, que fue lo que hicieron los inversionistas de Antioquia en cuanto al cemento? Se encuentran con una ciudad con río y mar, necesitan sacar sus exportaciones hacia el gran Caribe como mercado natural y de pronto, los mismos arroyos les muestran sus riquezas conquistables de arenas silíceas, calizas blandas, margas porosas y buenos aposentos a sus orillas. Es visto que precisamente por no tener esa información de uso común en los archivos de la ciudad de Barranquilla, en tiempos del aciago Hollepeter y su banda, la industria del cemento en Barranquilla creció de espaldas a la ciudad y usurpándole con vigor el mejor de sus activos minero, la caliza… Por muchos años de las entrañas de Barranquilla salió casi el 90 por ciento del cemento exportable de Colombia y a raíz de esa actividad, esta industria no le dejó nada en absoluto. No se supo porque no había departamento alguno que se encargara de esa estadística. No pagaron los impuestos de plusvalía y sus regalías mineras no alcanzaron, ilustrativamente para comprar un lápiz. Cartagena sufre ahora el mismo padecimiento. He aquí otro punto para considerar la importancia de la información geológica dentro del inventario real de una ciudad como la nuestra. Ahora en el devenir moderno, cuando la ciudad se extendió por su vigencia económica y estamos casi que saturados en su superficie, es menester que miremos hacia abajo. Los dislates en su anterior y ridícula concepción urbana, cuando los cementeros para enajenar el mercado impusieron el concreto rígido, con base en cemento para urbanizar y pavimentar las vías de la ciudad, sin hacer el alcantarillado pluvial, nos legaron una herencia dolorosa. Los deslizamientos de las laderas, un punto álgido y de riesgo inconmensurable, con fallecimientos a bordo, son otras demostraciones no sólo de desconocimiento, sino de un espíritu de poca auscultabilidad para tales hechos. La energía portentosa de los arroyos es incuestionable y su arrastre en pérdidas humanas, raya en pena y dolor, aunque el mismo sea motivo de indiferencia por parte de la dirigencia de la ciudad. Ahora que nos quedamos sin zonas verdes, sin espacios y parangonando, como otras ciudades transportan a sus conciudadanos subterráneamente, emplazan centros comerciales subterráneamente y los premian si hacen zonas verdes en su superficie, prospectan pasadizos de vías de tráfico vehicular subterráneamente, hacen parqueaderos de carros y depósitos de almacenes subterráneamente y otras obras sin igual, acá en la querida lánguida en la que se ha convertido nuestra ciudad, con la anuencia de una dirigencia de carácter querendón, no hacemos nada. No deseo parodiar sino ejemplificar una realidad de a cuño que nos rodea por todos los siete grados de libertad que compone nuestra realidad espacial y temporal. Este Plan de Ordenamiento Territorial no tendrá ninguna validez si no sabemos que hay por debajo de nuestra actual superficie de actuación. Creo menester que hagamos una indagación de lo que se tiene y de lo que sustrajeron, se ejecute un estudio de la parte superficial pero no con las atónicas reverberaciones que ha hecho el Ingeominas en la ciudad con su tendencioso arrime a las dirigencias, lo cual ya es por decir un “disco rayado” y aburrido. Hay que entrar a perforar por toda la ciudad y de una vez por todas, en detalles saber que tenemos como ente geocitadino y definir un plan de administración del riesgo para enfrentar el tremendo crecimiento que va a tener esta ciudad. Luego haremos los respectivos enlaces con el manejo ambiental y la tangibilidad ecológica de las áreas de interés. Han habido muchas excavaciones para sustentar las edificaciones que se construyen en la ciudad, muchas perforaciones para estudios de suelo… Todo eso debe inventariarse y registrarse como información para el bien común y no se hace, porque no hay un doliente y no hay un departamento de geología que lo use como tal en el entorno administrativo de la ciudad. Las grandes urbes hacen de la información geológica de detalle que recopilan, una fuente de entrada tal y cual como la agencias de petróleo en el mundo la enajenan para usufructuar algunos no pingues pesos. Todo está concatenado, pero en sí dependemos de quienes le colocan los eslabones a las cadenas. Ustedes saben que pasará si la ciudad es arremetida por un Huracán grado 5 ( por dónde saldremos?) o un terremoto 8 en la escala de Richter (quién cuidará de nuestros bienes?), o un Tsunami proveniente de las Islas canarias? Y qué tal si encontramos petróleo en las estribaciones de la ciudad?

Foto 1. Vista de la Sierra Nevada de Santa Marta desde Barranquilla y el río Magdalena

Foto2. Barranquilla y la desembocadura del Magdalena (Yuma) desde el espacio. 

GEOLOGÍA DE BARRANQUILLA Y EL POT (I)

GEOLOGÍA DE BARRANQUILLA Y EL POT (PARTE I)

Los planes de ordenamiento territorial, llamados POT se presentan como el derrotero y la ruta a seguir que adoptan y deciden, con referencia a las ciudades que los materializan, la planificación de sus quehaceres y desarrollos a futuro inmediato. El problema central que posee la propuesta del POT del Distrito Comercial y Portuario de la ciudad de Barranquilla reside precisamente en que no contempla, el cotejo, la evaluación y la consideración de los condicionamientos geológicos inherentes a su espacio propio y su devenir histórico. Es más, este es un mal endémico que se presenta en los demás POT de otras ciudades colombianas. Con la anuencia de los lectores, procederemos en forma breve y explícita,  a entregarles una caracterización de lo que implica considerar la geología y sus lineamientos, dentro de un plan macro cualquiera (léase POT en este caso), como condición esencial para la concepción final del mismo.

HISTORIA GEOLÓGICA. El poblamiento de la ciudad de Barranquilla comienza alrededor de unas barrancas con altura homogénea que garantizaban la cultura pastoril. Por ende, este breve recuento geológico pretende mostrar a los interesados, cómo se constituyeron y con qué características inherentes están conformadas, las diferentes unidades que componen las entrañas de la tierra en el área de nuestra ciudad. Barranquilla en sus inicios se afianzó en una serie de depósitos eólicos, producto del actuar de los alisios que construyeron los llamados médanos y rubricaron a la ciudad en sus inicios, con el título de “La Arenosa”; eran para ese entonces arenas de las orillas secas del río aero­­transportadas por el viento, en conjunción con depósitos finos de arroyos estivales. Nos iniciamos en las márgenes moribundas del río Magdalena y paulatinamente, en la medida que el poblamiento avanzaba hacia las partes altas producto de las inundaciones y otros factores, los pobladores transitaron a paisajes geográficos diferentes y a otros terrenos más altos y seguros. Actualmente la ciudad se encuentra enmarcada en una loza compuesta mayormente de calizas que transita, desde la línea de borde de las laderas suroccidental y noroccidental hasta las orillas con El Magdalena. Nuestra historia fundacional está ligada al río… Ese mismo río, llamado Yuma por los Aruhacos y Mocanas, viene desde hace aproximadamente unos 900 mil años atrás, rellenando sus desembocaduras desde el sitio del hoy municipio de Calamar con diferentes brazos y extensiones, saturando gran parte del antiguo golfo de lo que es hoy la Ciénaga Grande del Magdalena, migrando en dirección a las islas del Caribe, es decir rumbo noreste hasta recostarse contra una barrera peculiar. En su migración perenne se encontró particularmente con un archipiélago coralino, compuesto por islas aglomeradas, con playas medianas de arenas blancas y conchíferas, arrecifes de extrema belleza tropical, llenos de vida acuática, manglares exuberantes y de aguas prístinas con peces multicolores, tal y cual como son hoy día las islas del Rosario cerca de Cartagena de Indias. Fuera de lo anterior, variados esfuerzos de choques y roces, entre las placas tectónicas Caribe de un lado y Suramericana del otro (donde se encuentra la Sierra Nevada de Santa Marta), causaron el levantamiento severo de los depósitos calcáreo-coralinos que componían en su momento el archipiélago como tal. Por tanto se  configuró de esta forma, la loza de calizas y arenas gruesas de playas donde  se emplaza la ciudad actualmente. Para ese entonces remoto, todo aquello se circunscribía en una actividad intensísima, variada y lenta a su vez; por un lado, las arenas fluviales y partículas finas que el río aportaba, rellenaban y saturaban las inmediaciones de las islas y arrecifes y éstas, poco a poco perdían su capacidad de vida. Finalmente y poco a poco, el archipiélago fenecía como ente geobiológico ahogado por los sedimentos variados expelidos por el río. Al tiempo, el choque de placas tectónicas inherente hacía de las suyas en el levantamiento sutil y despiadado de la loza donde hoy día se erige la ciudad. Este fue un devenir intenso y en términos de tiempo geológico, muy reciente… casi fetal. El río continuó su avance al norte y poco a poco,  se lateralizaba hacia el este e inundaba los restos de los depósitos arrecifales, del otrora hermoso archipiélago y paraíso coralino, que quedaron remanentes de lo que por millones de años fueron unas islas paradisíacas, rodeadas por una extensa barrera de coral y manglar, llenas de colores, vida y con unas aguas cálidas, transparentes y prístinas. El río comenzó a imperar y a definir su paisaje fluvial dentro de su radio de influencia invasivo, formando un estuario de islas y canales, que alcanzamos a conocer en la época de la colonia y que se conciben hoy día, por medio de planos primitivos y escasas fotografías en blanco y negro de un vuelo de reconocimiento aéreo de 1947 por parte del Agustín Codazzi. Todo sucumbió ante la arremetida sin contemplación del río con sus sedimentos plateados y sus lodos disímiles. El delta del Magdalena marchaba en orden dentro de su curso natural, hasta cuando llegó la mano del hombre.  Hoy día el río no ha podido seguir haciendo su avance como tal porque sus aportes sólidos en gran parte, derivan a un cañón submarino que no permite el depósito y la residencia de los mismos. Incluso hay evidencias claras de que el flujo de sedimentos que el río entrega, transita aún más, cañón abajo hacia las profundidades abisales de la fosa del Caribe. Las obras de Bocas de Cenizas no sólo hicieron posible algunas que otras facilidades portuarias, puestas en duda muchas de ellas hoy día, sino que con el tiempo, orientaron el discurrir de los distintos sedimentos del río, a ese empinado cañón submarino nunca tenido en la cuenta y menos evaluado en sus inmediaciones más próximas. Incluso, el jueves 29 de agosto de 1935, siendo las 11 de la mañana, un deslizamiento súbito y severo, potentísimo por no decir de más, se tragó más de 500 metros del tajamar occidental de Bocas de Cenizas de un tajo y sin contemplación alguna; el tajamar oriental quedó afectado por el cambio hidráulico repentino y fuera de lo anterior, se logró sentir un temblor de tierra sin precedentes en las inmediaciones, acompañado por un rugido estruendoso del cual los viejos pescadores de Las Flores hablan todavía. En el año de 1972, estando de vacaciones donde mi tío Raymundo Boekhoudt en Curazao Antillas Holandesas, me contaron por primera vez al respecto de todo lo acaecido con relación al Tajamar y sus inmediaciones. Mi abuelo Enrique, viejo lobo de mar y pesca en el Caribe diverso, se los había relatado: Comentó que fue el desplome de una barra marina y fluvial, la que causó el fenómeno. No era más que el actuar del cañón submarino en cuestión, dando uso de buen recibo de los flujos extraños, rápidos y numerosos. Poco de eso se escribió y se habló, en los medios de Barranquilla y nacionales de la época, seguramente evitando un escándalo de talla mayor pero en el gran Caribe, se sabía al detalle por los comentarios de los marinos y sus gentes. Y entonces… luego de algunos años más, empezaron otra vez los molestosos problemas de sedimentación en Bocas de Ceniza.  Hoy día la génesis geológica sigue su curso, el río continúa imperando sin contemplación alguna, reinando en toda su extensión y a la vez, considerándosele como un benefactor o un tirano dependiendo de cómo se le trate o cómo se le interprete. El Magdalena siempre ha ejecutado, realizará y consolidará su papel como ente comunicador, llevador y transportador, independientemente de que es lo que transite en sus aguas, en sus sólidos y donde los vierta. De ahí su importancia… No es que esté fuera de control, simplemente nos controla. Finalmente, y en la medida que la pequeña loza de calizas se hundía por debajo del curso gestacional del río, empezaron a descubrirse las faldas de las laderas de la ciudad, cubiertas por las aguas de aquel antiquísimo e inmenso mar Caribe, unos 600 mil años atrás. Poco a poco el Caribe regresionaba apresurado, en épocas de la última glaciación, a las orillas de lo que actualmente es Puerto Colombia y sus inmediaciones. Para aquellos días lejanos, se presentaron las primeras manifestaciones de los deslizamientos en esas laderas primigenias, especialmente en el sector occidental norte, no habiendo población humana alguna. Unas que otras islas pequeñas se resistían a morir en lo que hoy es Puerto Caimán y Puerto Velero pero luego fueron devoradas por los sedimentos del río sin contemplación alguna. No había crecido ninguna cobertura vegetal, el mar se retiraba y regresaba a alta velocidad y hoy día, hay vestigios claros y concisos de esos antiguos deslizamientos abruptos y descomunales, cuando las faldas apenas mostraban sus entrañas lozanas y virginales… El problema empezó cuando las tribus Caribes comenzaron a poblar el área de la antigua Barrancas de San Nicolás, unos 4.500 años atrás.


 Foto 1. Vista de la llamada Isla Verde en cercanías a Salgar y Puerto Colombia

Ilustración 1. Modelo de la migración geohidraúlica del río Madalena en el paleogolfo de la ciénaga grande de la Magdalena.